Odiamos que nos vendan… hasta que llega el momento que tenemos que vender


Imagina esto

Estás disfrutando tu café de la mañana cuando, de la nada, te llega un mensaje de alguien que no conoces, ofreciéndote el "negocio de tu vida". 


Suspiras, pones los ojos en blanco y piensas: "¡Otra vez no!". 


Pero… avanza la película unos años y ahí estás tú, tratando de vender tu propio producto o servicio, rogando que alguien te escuche. ¿Y qué sucede? La gente te deja en visto.

¡Bienvenido al otro lado del espejo!


¿Por qué odiamos que nos vendan?


La mayoría de la gente tenemos una reacción casi alérgica a la palabra "vender". Nos imaginamos al típico vendedor insistente que nos llama a la hora de la siesta o al que nos persigue en una tienda diciendo: "¿Te ayudo en algo?" cuando claramente solo queremos curiosear. 


Pero la verdad es que el problema no es la venta en sí, sino la manera en que nos la presentan.


Nos encanta comprar, pero odiamos sentir que nos están obligando a hacerlo. Queremos tomar nuestras propias decisiones, no que nos las impongan. Queremos sentirnos inteligentes al elegir, no presionados. 


Y aquí viene la ironía.... cuando nos toca vender, olvidamos todo esto y caemos en los mismos errores que nos molestaban como clientes.


Cuando nos toca vender, cambia la historia


De repente, nos damos cuenta de que vender no es tan fácil. Pensábamos que con solo decir "Miren, tengo este producto genial" la gente haría fila para comprarlo. 


¡Ja! Lo que encontramos es que, al igual que nosotros, los demás también odian que les vendan.


Entonces llega la epifanía...
Vender no es convencer, es conectar.


La clave no está en perseguir clientes, sino en entenderlos. En lugar de atosigar con mensajes tipo "¡Cómprame ya!", hay que aprender a ofrecer valor, a despertar interés y, sobre todo, a crear relaciones genuinas. Porque cuando alguien confía en ti, la venta se da casi sola.




Vender sin que parezca venta (y sin parecer un vendedor desesperado)

Cambia la mentalidad 
No estás "molestando", estás ofreciendo una solución.


Cuenta una historia 
En lugar de gritar "¡Oferta imperdible!", muestra cómo tu producto o servicio mejora la vida de las personas.


Hazlo atractivo 
No aburras con datos técnicos, muestra beneficios de forma clara y emocionante.


Escucha más de lo que hablas
La gente quiere sentirse comprendida, no bombardeada con argumentos de venta.


Hazlo divertido
¿Por qué no? Un toque de humor y autenticidad siempre funcionan mejor que un guion robótico.


Aprender a vender no es solo útil para los negocios, sino para la vida. Siempre estamos vendiendo algo, aunque no lo llamemos así: nos vendemos en una entrevista de trabajo, cuando queremos convencer a alguien de que vea nuestra serie favorita o cuando intentamos que nos elijan en un equipo.


Así que la próxima vez que pienses "odio que me vendan", recuerda: tal vez mañana seas tú quien esté del otro lado.



El arte de regatear (hasta que te toca vender)


Y si de ironías hablamos, aquí va otra joya: muchas personas regatean los precios hasta que son ellas quienes tienen que vender… y entonces no quieren que nadie les discuta el precio.

Piénsalo. ¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir "¿No me haces un descuentito?" o "¿Ese es el mejor precio?" mientras compran algo? 


Pero cuando esa misma persona lanza su propio negocio, de repente su mantra cambia a: "Mi trabajo vale, no voy a regalarlo".


Es un cambio de mentalidad brutal. Vender nos hace entender el valor del esfuerzo, del tiempo invertido y de la calidad de lo que ofrecemos. Y sobre todo, nos enseña que si queremos que respeten nuestro precio, también debemos respetar el de los demás.


Así que la próxima vez que quieras regatear, piénsalo dos veces… porque el karma de las ventas es real. 😏


Y si te toca vender, hazlo bien, con empatía, estrategia y sin parecer un vendedor de aspiradoras de los años 80.


Porque vender, cuando se hace con arte, no se siente como vender. Se siente como ayudar. Y ayudar, mi querido lector/a, no solo vende... conquista.


Pero recuerda

La conquista, ya sea en ventas, en relaciones o en cualquier aspecto de la vida, empieza por uno/a mismo/a. Si no crees en lo que ofreces, si no confías en tu valor, será difícil que otros lo hagan.


La idea real sería, "Quizás el mayor secreto de la venta no está en las técnicas, sino en el autoconocimiento. Porque antes de conquistar a otros, hay que conquistarse a uno mismo. Y cuando crees en lo que ofreces con autenticidad, vender deja de ser una lucha y se convierte en una extensión natural de lo que eres."


REFLEXIÓN

Hace unos días, le pregunté a un amigo con el que tengo en muchas ocasiones conversaciones interesantes, lo siguiente:


¿Crees que alguien que odia que le vendan, pero luego se convierte en vendedor y descubre lo complejo que es, cambia su forma de pensar? ¿Deja de odiar las ventas? ¿Se produce una transformación en esa persona? ¿Tú qué opinas?


A lo que respondió: ¡Definitivamente! Cuando alguien que odiaba que le vendan se convierte en vendedor, su perspectiva cambia por completo. 


Pasa de ser un espectador crítico a estar en la arena, enfrentando el desafío. Y ahí es cuando ocurre el "clic": entiende que vender no es solo empujar un producto, sino un arte de conexión, empatía y valor.


A muchos les pasa que, en un inicio, sienten rechazo o vergüenza al vender porque lo ven como algo intrusivo. Pero cuando descubren que una buena venta es simplemente una conversación en la que ayudas a alguien a solucionar un problema, la mentalidad cambia. 


Dejan de ver la venta como algo negativo y comienzan a apreciarla como una habilidad poderosa que abre puertas.
Así que sí, ese cambio de chip sucede. 


¿A todos? No necesariamente. Algunos siguen viéndolo como un fastidio y nunca lo dominan. Pero aquellos que aprenden a vender con autenticidad y propósito, no solo dejan de odiarlo… terminan disfrutándolo.