Poco a poco —o más bien, más rápido de lo esperado— iremos viendo que nada volverá a ser igual. Cambiará la forma de vivir, de relacionarnos, de cuidar nuestro cuerpo, de trabajar.
Un nuevo puzle se está armando, mientras las viejas estructuras inevitablemente se desmoronan. Todo lo que conocíamos como sociedad se disolverá para dar paso a un diseño completamente nuevo.
Esto forma parte de los ciclos de la vida. El mayor problema que puede surgir en esta transición es el apego a lo que un día fue.
Relaciones personales, trabajos y estilos de vida desaparecerán de nuestras rutinas. Es posible que lugares donde vivíamos, viviendas o cosas materiales también tengamos que dejarlos atrás.
La vida nos empuja a explorar nuevas oportunidades, nuevos lugares, nuevas amistades, nuevas formas de relacionarnos, siendo más autosuficientes y, a la vez, más colaborativos.
No hay que tener miedo, porque lo que está ocurriendo no es un derrumbe sin sentido, sino una reconfiguración profunda del tablero.
La vida nos empuja a explorar nuevas oportunidades, nuevos lugares, nuevas amistades, nuevas formas de relacionarnos, siendo más autosuficientes y, a la vez, más colaborativos.
No hay que tener miedo, porque lo que está ocurriendo no es un derrumbe sin sentido, sino una reconfiguración profunda del tablero.
Cuando el sistema tiembla, no es el fin: es el reajuste previo a una nueva coherencia. Lo viejo no se va porque sí; se va porque ya no sostiene la vibración de lo que estamos llamados a construir.
Estamos presenciando —y viviendo en carne propia— una mutación colectiva. Las certezas de ayer se disuelven para abrir paso a una conciencia más libre, más auténtica y más consciente de su impacto.
Estamos presenciando —y viviendo en carne propia— una mutación colectiva. Las certezas de ayer se disuelven para abrir paso a una conciencia más libre, más auténtica y más consciente de su impacto.
La velocidad del cambio no permite seguir actuando por inercia: nos obliga a elegir, a reinventarnos, a observar lo esencial y a desprendernos de lo innecesario.
La invitación no es a resistir, sino a fluir con inteligencia y sensibilidad. A mirar lo que cae con gratitud por el servicio que cumplió, y a mirar lo que nace con humildad y curiosidad.
La invitación no es a resistir, sino a fluir con inteligencia y sensibilidad. A mirar lo que cae con gratitud por el servicio que cumplió, y a mirar lo que nace con humildad y curiosidad.
Como en la naturaleza, nada muere sin dar vida a otra cosa.
Este no es un tiempo para temer, sino para recordar quiénes somos cuando todo cambia.
Este no es un tiempo para temer, sino para recordar quiénes somos cuando todo cambia.
¿Qué cambios puedes abrazar hoy para alinearte con la nueva realidad que ya está emergiendo?
(Escrito por Montse y Javi)

0 Comentarios
DEJA TU COMENTARIO AQUÍ