Hay momentos en la vida en los que miramos a nuestro alrededor y sentimos que todo lo que hemos acumulado no nos representa.


Ropas, objetos, libros, adornos, recuerdos… Cosas que alguna vez creímos necesitar. Cosas que tal vez compramos para llenar un silencio, una ausencia, una herida.


Pero el alma no se llena con cosas. El alma se enciende con presencia, con verdad, con amor. Y cuando acumulas sin propósito, sin conciencia, empiezas a alejarte de ti. Te pierdes entre cajas, compromisos y cargas que no te pertenecen.Te olvidas de quién eras antes de querer tener tanto.


¿Para qué seguir cargando con lo que ya no eres?


Vaciar no es perder. Vaciar es volver.
Volver a ti. A tu esencia, a tu liviandad, a esa parte sabia de ti que sabe vivir con poco y sentir mucho.


La verdadera abundancia no se mide en lo que tienes, sino en lo que eres capaz de soltar sin miedo. Porque cuando sueltas, te abres. Y cuando te abres, permites que la vida te hable y se exprese. Y la vida siempre te susurra al oído lo mismo:


“Recuerda quién eres. Recuerda lo que viniste a ser.”


No necesitas más. Solo necesitas menos… de lo que no eres. 
Y más… de lo que vibra con tu alma.


Más tiempo para respirar profundo sin prisa.
Más conexión con lo sagrado que habita en lo simple.
Más momentos de verdad con quienes amas.
Más gratitud por lo invisible.
Más silencios que te devuelvan la calma.
Más intuición guiándote sin miedo.
Más amor… del que no se compra, ni se vende
.


Haz espacio. En tu casa, en tu corazón, en tu mente.
Desacelera. Mira dentro. Escucha lo que ya sabías y habías olvidado.  La felicidad no está en el tener, sino en el ser.
Y tú ya eres todo lo que necesitas para sentir paz.


Y esa vibración la puedes proyectar en el mundo a través de tu presencia consciente, de tu mirada compasiva, de tus palabras con alma, de tus silencios que abrazan. 
A través de cada gesto que nace desde el amor y no desde la carencia.


Y con proyectos que nazcan desde tu verdad, que honren lo que eres, que inspiren, sanen, acompañen o despierten y potencien a otros. Proyectos que no buscan acumular, sino compartir. Proyectos que no persiguen reconocimiento, sino propósito. Proyectos que vibren contigo… y expandan tu luz.


Porque cuando tú estás en paz, el mundo a tu alrededor también comienza a sanar. Y cada cosa que haces desde ese lugar… se convierte en una bendición para alguien más.


Quiero que hoy sientas que, Gracias a ti, este mundo puede ser un mejor lugar.