¿Qué te pasa?
¿Quieres emprender y le das mil vueltas?

Piénsalo un momento.
¿Cuántas veces te has sentado llen@ de ideas, imaginando ese proyecto que podría cambiarlo todo.


Tienes una visión clara. Sientes esa chispa en tu pecho. Hay algo que te empuja desde dentro.
Pero justo cuando llega el momento de dar el primer paso… te frenas.


“No es el momento.”
“¿Y si no funciona?”
“¿Estoy lo suficientemente preparada?”
“¿Y si fracaso?”

Y ahí empieza el bucle.

Deja de atormentarte. De bloquearte a ti mism@.
Esa parálisis que sientes no es más que miedo disfrazado de lógica engañosa.


La verdad incómoda es esta:
Nadie —ni siquiera las personas que hoy admiramos— empezó con un plan perfecto. No existe tal cosa.


El éxito no es una línea recta ni un manual bien encuadernado. Emprender, como vivir, es caótico. Tiene picos, caídas, giros inesperados y momentos de duda. Pretender tener todo resuelto antes de empezar es una fantasía ilusoria.


El mayor enemigo no es el error.
Es el perfeccionismo ilusorio.


Darle vueltas y más vueltas a la cabeza no te acerca a tu meta, te aleja. La claridad no aparece antes de empezar; aparece mientras caminas. Siempre ha sido así.


Mírate a ti mism@.
¿Cuántas veces la experiencia cambió tu forma de ver las cosas? Emprender funciona igual: acción, prueba, error, ajuste, evolución.
Si esperas a estar “list@”, los años pasarán… y tú seguirás en el mismo punto.

Atrévete a incomodarte!.

Mira a tu alrededor.
Todo lo que hoy consideramos innovador o revolucionario, nació porque alguien decidió no huir de lo incómodo. Sí, de esa sensación que hace temblar un poco las piernas.


Ese temblor no es una señal de peligro.
Es una señal de expansión.


Cuando algo te asusta y, aun así, te atrae, suele ser porque ahí hay crecimiento. Así que, en lugar de rechazar esa sensación, aprende a caminar con ella.


¿Te da miedo emprender?
Perfecto. Vas por buen camino. Esa es tu señal de que algo emocionante está por venir.

La semilla ya está en ti.


No necesitas un millón de seguidores para empezar, ni más títulos, ni más aprobaciones, ni esperar a que todo el mundo esté de acuerdo. Lo que tienes hoy —tal como estás— es suficiente para empezar.


La semilla ya existe.
Solo necesita acción para germinar.


El mundo ha cambiado. Y seguirá cambiando. No te aferres a lo que fue ayer, porque no define lo que puedes construir mañana.


Hazlo, aunque no sepas cómo.


Si tienes una idea, un anhelo genuino, una meta que te llama… ponte en marcha. Aunque al principio no veas la forma completa. La forma aparece caminando.


¿La tecnología abruma? Aprende!.
¿Sientes que no sabes lo suficiente? Aprende!, sí, pero sin detenerte. Sigue avanzando!


Este es uno de los momentos más fértiles para emprender. Las barreras han caído, la información está al alcance y conectar con personas afines nunca fue tan fácil como ahora.


Hazlo aunque sea pequeño, pero hazlo ahora!.


No necesitas un giro radical de un día para otro. Empieza con algo manejable, pero real. Muévete.


Esa idea que no te suelta, eso que vuelve una y otra vez a tu mente, no es casualidad. Es una invitación.
Ignorarla por esperar el momento perfecto es la forma más silenciosa de dejar pasar una oportunidad.


La única manera de fracasar es no intentarlo.

No hablo de equivocarte —porque te equivocarás— ni de los obstáculos —porque los habrá—.
El único fracaso real es quedarte con el “¿qué hubiera pasado si…?”.


No hay nada más potente que saber que, pase lo que pase, estás siendo fiel a tu verdad.


Acción hoy, resultados mañana.

El emprendimiento no es para quien solo sueña, sino para quien se mueve. Ya tienes lo más importante: a ti.


Deja de darle vueltas. Empieza hoy. Pequeño, imperfecto, pero real.


Porque en ese movimiento, lo que hoy parece imposible… acaba volviéndose inevitable.


Así que....camina....ves hacia adelante....empieza a crear!!








Hoy alguien me lanzó una pregunta que se quedó dando vueltas en el aire:

“¿Estamos empeñados en crear un proyecto increíblemente bueno….. pero descreíble?”

Mi respuesta fue sencilla, aunque no cómoda:

Nadie puede anticipar desde la mente qué proyectos tendrán verdadero valor y significado para las personas a las que nos dirigimos. Mucho menos si serán duraderos en el tiempo.


Por más que intentemos etiquetar las ideas como buenas o malas, creíbles o descreíbles, exitosas o destinadas al fracaso, la verdad es que nada de eso puede saberse antes de transitar el camino. El mapa mental no es el territorio, y la teoría nunca reemplaza a la experiencia.


¿La razón? Porque en ese recorrido aparecen imprevistos. Surgen situaciones que no estaban en el plan. Y el avance —o no— de un proyecto depende, en gran parte, de cómo se gestionan esos desafíos. Algunos jugarán a favor, otros no tanto. Ambos son maestros.


Todo se reduce a la capacidad de mirar más allá de lo evidente, de mantener la flexibilidad para girar cuando hace falta, de ajustar estrategias o incluso redefinir el enfoque inicial para seguir avanzando hacia la meta deseada.


Hay algo fascinante en todo esto: muchas veces aquello que parecía “descreíble” termina impactando profundamente, y lo que parecía imposible se transforma en algo concreto, valioso y sostenido en el tiempo.


La historia está llena de personas que, a pesar de todo, siguieron adelante y lograron lo que se propusieron. No porque tuvieran certezas absolutas, sino porque sostuvieron su visión.


Cuando existe un anhelo real y profundo, nacido de un lugar auténtico, que te mueve por dentro y que deseas compartir para aportar algo mayor, la clave está en mantener la visión clara. Protegerla. Cuidarla. Incluso cuando otros no logran ver su potencial.


Superar los miedos, los límites internos y las pequeñas —o grandes— adversidades no es un detalle del camino: es el camino.

Y ahí, justo ahí, empieza lo extraordinario.



Comparte esta publicación para ayudar a más personas a sentirse motivadas a comenzar sus proyectos con ganas e ilusión y, sobre todo, a dejar de dudar de sí mismas y de su capacidad para lograrlo.


(Escrito por Montserrat y Javier de Habilidades para el éxito y Serena Tu Mente)